Bugatti Veyron: El icónico automóvil que fundó el segmento de hiperdeportivos

Bugatti marcó los primeros pasos del Siglo XX con modelos de gran potencia, rapidez y tecnología, pero pasó por varios años de letargo antes del Veyron.

Solo la llegada del nuevo milenio trajo consigo un renovación del espíritu de la marca, proceso que la invitó a retomar su liderazgo en el segmento deportivo.

Fiel al lema de Ettore Bugatti, fundador de la firma: «Si es comparable, no es un Bugatti«, la marca francesa se puso de a trabajar de cabeza en un vehículo que marcara diferencia.

Esto es lo que propició importantes novedades en materia de lujo, motorización, chasis, suspensión y frenado, los que fueron precursores para su época.

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Bugatti Veyron: El corazón

Tras un largo proceso de diseño, que contó con cientos de horas de ensayos y errores, la compañía estrenó en el Auto Show de París del 2000 el Veyron 16-4.

Su primera aproximación al público generó un impacto brutal, robándose la película, y recordando el revuelo generado por antiguos modelos de la marca.

En el plano técnico, el Veyron 16-4 destacó por su motor W16 con dos bloques V8 separados entre sí por 90°, los que, en su conjunto, alcanzaban 8.000 cc.

A esto se sumaron sus cuatro turbos, algo que impactó a los más puristas, pero que impulsó al deportivo hasta los 1.001 hp y 922 lb-pie de torque.

Todo esto le permitió al Veyron superar fácilmente la barrera de los 400 km/h, barriendo con los récords anteriores de los modelos de producción.

Como no tenía competidores sobre la pista, y se alejó de sus rivales, se comenzó a hablar de un nuevo segmento, el de los hiperdeportivos, en el cual Bugatti reinaba, de nuevo.

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