El modelo se fabricó con gran éxito entre 1959 y 2000, siendo protagonista del mercado, la cultura pop y las pistas, aún en la actualidad.
El Mini es un auténtico ícono de los 60s, además de uno de los vehículos más característicos de la ingeniería práctica y estilo de vida de Reino Unido.
Es tal su impacto cultural, que se encuentra en los primeros lugares de los rankings sobre los automóviles más influyentes de la historia, junto al Ford T.
Su éxito se ha difundido por todo el mundo, llegándose a fabricar en Australia, Bélgica, Chile, España, Uruguay y Venezuela, entre otros.
Esto, a pesar de que la marca pasó por diversas manos: British Motor Company, Austin Morris Group, Rover Group y BMW Group.
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Mini: Su relación con las pistas
A poco andar, los fanáticos del Mini descubrieron sus grandes cualidades deportivas, realizándole modificaciones para competir.
Este proceso partió de a poco, pero pronto llegó al profesionalismo, llegando a correr el Rally de Montecarlo, uno de los más prestigiosos del mundo.
De hecho, el Mini Cooper S de 1964 logró ganar esta competencia, de la mano del experimentado piloto Paddy Hopkirk y el copiloto Henry Lindon.
En la actualidad, este modelo sigue compitiendo en todo el mundo, principalmente, en categorías de automóviles clásicos.
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El modelo de Mr. Bean
Como anécdota, este clásico personaje utilizaba un Mini Mark III, que fue una de las últimas actualizaciones que de las que fue objeto este vehículo.
Un rasgo distintivo era su eléctrico color «Citron Yellow«, además de su ya clásico cofre o capó pintado de negro, .
En cuanto a motorización, el automóvil poseía un pequeño cuatro cilindros de 1.0 litro, el que entrega una potencia de 34 hp.
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